a edificó el Marqués de Valdecarzana en la huerta de su casa, terminándose en 1716. Es de mármol sanguíneo, sin labores por su parte exterior, pero con muchas y costosas en el interior, cuyo mármol rojo contrasta con otra piedra obscura embutida en recuadros, delicadamente labrada. Corre por lo alto una cornisa de gran resalte y de esmerado trabajo, desde la cual arranca la bóveda. No está bien caracterizado el orden a que pertenece, aunque recuerda el greco-romano. Su fundador la enriqueció con vasos y lámparas de plata, ornamentos preciosos y una imagen de la virgen de los Dolores, de sobresaliente escultura: todo lo robó el invasor durante la Guerra de la Independencia. Después quedó la capilla desmantelada y llena de escombros, hasta que años más tarde que se habilitó para el culto por la Condesa de Fuenclara, que la dotó de un retablo bellísimo, del siglo XVI.