El Camachuelo Trompetero. Reflexiones acerca de su cria en cautividad.



Desde que empecé en el mundo de la avicultura, este pajarillo ha estado presente de una forma u otra en muchas de las conversaciones que he mantenido con gran cantidad de criadores.
Y la última, larga y bien aprovechada, me ha hecho reflexionar y plantearme la necesidad de averiguar más y documentarme mejor acerca de este pequeño pajarillo.
Me ha llamado la atención el hecho de que siendo una especie invasora y oportunista, esté en España considerada como de catalogación especial, siendo ésta la causa de que quien intenta su cria en cautividad, consiga sólo quebraderos de cabeza y puertas cerradas ante cualquier intento, topándose directamente con la cerrazón burocrática y la oposición de cualquier colectivo de índole ecologista.
Da igual la procedencia de los ejemplares, todos son considerados como procedentes del medio natural, y su “propietario”, legítimo según la legislación europea, como un vulgar delincuente cuya finalidad última es aumentar su patrimonio a base de expoliar el medio natural.
Se que hay gente que los ha traido de Italia, de Bélgica, de Holanda, e incluso, de las Islas Canarias, donde según el Cabildo en el que te muevas, puedes o no reproducirlo y o cederlo a otros criadores con el fin de garantizar la frescura del pool genético.
Pues ninguno de ellos puede obtener un permiso de cria.
Se supone pues, salvo raras excepciones, que es un ave prohibida para la mayoría de los aficionados españoles, que ven cómo cada año son “exportados” cientos de ejemplares a otros paises, tanto de la Comunidad Europea como de Sudamérica, desde España.
¿De dónde proceden dichos ejemplares si se supone que su cria en cautividad está seriamente restringida y controlada?
¿Quiénes determinan qué cantidad de ejemplares pueden ser “cedidos” y cuáles deben soltarse al medio? ¿Y bajo qué criterios y condiciones estos ejemplares se adaptan para devolverlos al medio al que se supone pertenecían sus ancestros?
Se que existen dos subespecies claramente diferenciadas, la canaria, Bucanetes githagineus amantum , y la afro-europea, Bucanetes githagineus zedlitzi.
Las diferencias a nivel fenotípico son inapreciables, no siendo así a nivel genético.

La primera, parece que llegó desde África a las islas hace algunos miles de años.
La segunda, es a mediados del siglo XX cuando se han citado con mayor precisión y rigor la existencia de poblaciones fijas y establecidas, sobre todo en las Provincias de Almería y Murcia.
Es considerado a nivel científico como un indicador biológico de la expansión del desierto en la Península Ibérica, siendo su vehículo y motor, este avance del desierto sobre nuestro suelo patrio.
Y es ahí donde radica el “quid” de esta reflexión.
¿Qué tienen que ver las poblaciones silvestres que viven como nómadas en nuestra querida España, aprovechándose del poder del avance del desierto africano, contribuyendo a la “globalización avícola”, con las pequeñas poblaciones que podrían servir como reservorios en los aviarios de los aficionados y que, además, se suponen que no provienen del medio natural, que no son cazados y que no creo que nadie que los crie sea tan “gilipollas” como para desprenderse de ellos soltándolos en un medio hostil y condenándolos a una muerte segura?
Hace poco, hablando sobre ellos, me comentaba un amigo que podía verlos criando en una zona concreta de Almería, en un pequeño cortado de una de las infinitas ramblas que en esta provincia se dan, y cómo ha dejado de verlos porque a uno de esos defensores ( organismo o mentelúcida ) se le ha ocurrido instalar cajas anidaderaspara favorecer su expansión, consiguiendo el efecto contrario, haciendo desaparecer esa población establecida desplazándola a otra zona, y favoreciendo la expansión por el aprovechamiento de estas cajas, del gorrión chillón, que no es precisamente una de las especies que más peligro de extinción tienen en españa.
¿Porqué ese empeño en cercenar cualquier intento de cria a los aficionados, poniéndoles toda una serie de “trampas burocráticas” amparadas en consideraciones científicas, cuando se supone que las poblaciones cautivas proceden de criadores autorizados por las leyes de la Comunidad Europea y que no interferirian ni en los estudios ni en las poblaciones naturales?
¿Cuáles serían los cauces para que unos, los científicos, y otros, los aficionados, pudieran “disfrutar” cada uno en su terreno sin interferirse mutuamente y sin enfrentarse constantemente, amparándose en leyes ambiguas y contradictorias?
Creo sinceramente que puede haber entendimiento entre ambas partes, y que los aficionados a la avicultura, los criadores, podrían aportar mucha y valiosa información acerca de la biología de un pajarillo que hasta ahora, lo único que para lo que realmente sirve es para enfrentar administraciones. Y me refiero, entre otras cosas a la denegación de permisos de construcción de estructuras arquitectónicas en zonas protegidas, polémicas y enfrentamientos con los que los aficionados no tenemos nada que ver.
Y una última reflexión.
Si todos somos iguales ante la ley, sobre todo ante una ley que es de ámbito nacional y que debe ser aplicada por igual a todos los españoles, ¿porqué hay quién puede criarlos y quién no?