Pues eso. Me doy con un canto en los dientes. Este verano me hice con una pareja de goulds y, cargado de prudencia o pesimismo, di por perdida la primera temporada de cría. Mis ilusiones se fueron desvaneciendo cuando las dos primeras puestas fueron malogradas antes de poder saber si estaban fecundadas.
A día de hoy, en un tercer intento y tras mil experimentos, empiezo a ver un atisbo de luz al final del túnel. Ambos padres (los biológicos, no isabelitas) incubaron a la perfección y el único pollo nacido de la triste puesta de dos huevos presenta un buche espectacular.
Para muchos será un modestísimo resultado, pero yo, lejos de lanzar las campanas al vuelo, lo dicho, me doy con un canto en los dientes.
¡Salud!