Hoy, camino del aviario, he encontrado un pollo de urraca.
Siendo lo que es, he visto en él la misma sensación de inocencia, de desprotección, de desvalimiento, desamparo y abandono que cualquier otro de los pajarillos que recogemos en esta época.
Al acercarme, he visto que el lamentable estado en el que estaba, no se debía a ninguna herida por causa de la caída del aparatoso nido en el que ha nacido, sino por el tiempo que llevaba en el suelo, deshidratado y hambriento.
Sus padres, o no se han percatado, o no han querido acercarse, pues el sitio donde estaba, está plagado de gatos.
Lo ha cogido del suelo y lo he llevado a casa siendo consciente en todo momento de que si estaba en condiciones, lo intentaría reintegrar a su nido, que no estaba muy alto.
Le he dado de beber y se ha "chascado", sin vergüenza ni disimulo, los dos gusanos de seda que me quedaban, que hay que decir que son - eran - de los más grandes que he tenido nunca. Acto seguido, y ya restaurada su momentánea mala salud, ha empezado a piar y llamar con estridencia.
Lo he llevado a donde lo encontré, y con la colaboración inestimable del jardinero y su percha para cortar ramas, con una pinza en su extremo, lo hemos metido en el nido.
Recompensa: un picotazo en el brazo que me ha propinado uno de los padres, y el jardinero que ha salido corriendo dejándome solo ante el peligro y alertando a un grupo de turistas que han venido a fotografiar el acontecimiento.
No me he sentido más cortado en mi vida.
Primero por las fotos, y luego, por las preguntas y explicaciones que he tenido que dar en un inglés chapucero y con más gestos que palabras.
Me han llamado la atención tres cosas:
La primera, que el pollo no tuviese un sólo piojo.
La segunda, que los padres atacasen sin previo aviso y sin hacer un solo ruido.
La tercera, que no sé, hasta ahora, dónde se ha metido el jardinero...
Sé que muchos pensaréis que para qué salvar la vida de un posible predador de nuestras aves, que seguro que algún pollo de verdecillo o de jilguero ha servido para hacer crecer a este pollo, y que seguramente, si sale adelante, se zampará algún canario de algún balcón, pero no deja de ser un pollo más tirado en el suelo al que hay que ayudar, es parte de la condición humana...
Bueno, no os canso más.
Una nueva experiencia más y quería contarla.
Un saludo