Cría del pinzón común
Bueno amigos dejo un artículo sobre la cría del pinzón común escrito por un criador belga, a ver qué os parece:
Título: Mi método de cría del pinzón común
Autor: Aerts Ghislain
Fuente: http://pinson-chardo.i-clic.net/
Dentro de poco hará veinte años que me dedico a la cría del pinzón, y puedo decir que este pájaro me ha hecho entender unas cuantas cosas acerca de las aves en general. Me sigue enseñando cada año. Se podría decir que cada hembra, cada macho tiene su funcionamiento propio y que lo que sucede en la época de cría de un año no tiene por qué repetirse al año siguiente. No voy a contar aquí todas mis experiencias, a veces buenas y a veces francamente desesperantes, simplemente diré que estoy bastante orgulloso de que a lo largo de 19 años he conseguido sacar pichones de pinzón todos los años.
La cría del pinzón puede proporcionar alegrías inmensas a quien esté dispuesto a dedicar una gran jaula de cría a una sola pareja de pinzones, ya que para tener éxito en la cría es casi obligatorio (y sobretodo, simplifica mucho las cosas) alojar a los pájaros en un espacio de como mínimo 1,5m x 1m x 2m. En alguna rara ocasión y con hembras excepcionales he conseguido criar en jaulas de 70cm x 80cm x 1m, pero no lo aconsejaría a los que se inician en la cría de esta especie, porque cuanto más limitado es el espacio más atento hay que estar, ya que en cualquier momento el macho se puede poner agresivo con su compañera. En el estado salvaje la hembra se puede escapar fácilmente, pero en un espacio cerrado... el macho no tiene oportunidad de desfogarse suficientemente y si encima hay varias parejas en un mismo local, la situación puede complicarse aún más por el hecho de que el cortejo de una pareja puede influir en la buena armonía de la pareja vecina.
El macho de pinzón es un pájaro que defiende su territorio contra la intrusión de otros machos de su misma especie. Incluso si la hembra está en el nido con los huevos o con los pichones, el canto continuo de su compañero o de otro pinzón demasiado próximo puede desencadenar un nuevo ciclo. La hembra que se encuentre en esa situación puede muy bien ponerse a hacer otro nido aunque no haya llevado a término el ciclo precedente. De este modo resulta evidente que cuantas más parejas de cría se tengan, más atento habrá que estar. Personalmente, hace ya algunos años que no trabajo más que con tres o cuatro machos como máximo, y solo los pongo en el local de cría en determinados momentos. Una vez que han fecundado a la hembra, les dejo cantar en jaulas situadas a más de 20 metros del local. La hembra de pinzón es capaz de criar sola fácilmente a su progenie, ya que en mis pajareras la proximidad del alimento no le impone desplazamientos extenuantes.
A finales de febrero-principios de marzo introduzco al macho en la pajarera y le dejo solo hasta que la emisión del canto es completa y bien firme. La introducción de la hembra en la pajarera la hago preferentemente un día en que tengo tiempo para dedicarlo a observar el comportamiento del macho. Si se muestra demasiado violento, lo meto en una jaula que cuelgo en medio de la pajarera. Esa jaula solo deberá tener barrotes por el frontal, así el macho no podrá seguir todos los movimientos de la hembra en la pajarera. Es muy importante que el macho no pueda ver a la hembra de continuo, ya que al estar confinado en un espacio tan limitado podría pasarse de celo y sufrir un perjudicial exceso de excitación, que le podría llevar a dejar de alimentarse normalmente abandonándose así a la muerte. La hembra, cuando esté suficientemente excitada por la presencia y el canto del macho, tenderá a pavonearse delante de su jaula y a adoptar la postura de la cópula que es propia de esta especie: la hembra se pasea con las alas colgando y levanta la cola 90 grados. Cuando uno la sorprende en esta posición, el macho puede ser liberado para la cópula. Ésta se llevará generalmente a cabo con rapidez, porque el macho toma la iniciativa y la hembra está ya madura para ello.
Quizá se te ocurra pensar que el macho puede quedarse en la pajarera después de la cópula, pero muy a menudo es preferible devolverlo a la jaula: si la hembra se encuentra siempre en presencia del macho, en vista de la pequeñez de la pajarera le pedirá casi constantemente que la pise y después de diez o quince cópulas el macho se empezará a poner nervioso e incluso puede ponerse agresivo y llegar a matar a la hembra. Aconsejo a los novatos que no extraigan los huevos, sino que revisen diariamente el contenido del nido. La hembra se habituará de esta manera a que la molesten. Para recompensarla, yo le dejo siempre una golosina bien visible en el comedero después de cada penetración en la pajarera (pinkies, gusanos búfalo, moscas, gusanos de la harina en fase blanca). Acabará por entender que el criador no es un peligro ni para sus huevos ni para sus pichones, y el anillado tendrá entonces más posibilidades de salir bien sin riesgo de rechazo o abandono.
La hembra de pinzón es una maniática de la limpieza y por eso yo anillo los pichones al anochecer e intento siempre volverlos a poner en su sitio de manera que las patas anilladas queden hacia el centro del nido. A la mañana siguiente inspecciono el nido lo antes posible. Anillo indistintamente la pata derecha que la izquierda, y a veces incluso las dos. Así, este año he anillado las dos patas de los pichones de mi estupenda hembra bruna de 2002. Una anilla recubierta de caucho y la otra de color rojo (2006). La hembra ha quitado todas las anillas recubiertas de caucho... parece más sensible al espesor del cuerpo extraño que al color vivo de la anilla. En la segunda nidada he repetido la maniobra y de nuevo ha rechazado las anillas recubiertas de caucho y no ha tocado las otras... De donde se deduce que establecer reglas es imposible cuando se trata de criar pájaros. Hay que probar una y otra vez y aprender a conocer a las hembras. Suelo decir que las desgracias en la cría vienen más por culpa nuestra y de nuestros errores que por los de los pájaros. A menudo tenemos demasiadas parejas de una misma especie y trastocamos sus pautas de comportamiento...
Las hembras de pinzón pueden criar durante muchos años, de ahí que no me dé miedo perder un año aprendiendo cómo funciona una hembra nueva. Por eso aconsejaría a quien se quiera iniciar en la cría de pinzones con pájaros que no ha criado él personalmente que dedique el primer año a domesticar a la hembra, sin pretender obtener en absoluto resultados inmediatos. Así, si la hembra empieza a hacer el nido y a continuación hace una primera puesta, aconsejaría acercarse varias veces al día al nido intentando no asustarla. Hay que quedarse siempre a distancia suficiente del nido para que no lo abandone, si nada más vernos lo deja precipitadamente habrá que salir de la pajarera enseguida dejando algunos insectos en el lugar donde la hembra recibe diariamente su ración de alimento. En el momento de la puesta, hay que inspeccionar visualmente el nido sin tocarlo... da igual que la hembra empiece a incubar antes del último huevo, lo importante no es tanto el número de pichones como el que la hembra termine un ciclo completo. Mientras dura la incubación, debe visitarse la pajarera sin tocar el nido y poner insectos a la hembra para engatusarla. La tarde del décimo día de incubación hay que poner pasta de huevo enriquecida con germinado e insectos congelados. Si se tiene un nido de hormigas a mano en el jardín se puede bien recoger cuidadosamente los huevos, bien dejar en el suelo de la pajarera un plato lleno de la tierra con los insectos y las larvas. Esto es interesante sobretodo los dos primeros días de vida. Puede igualmente dejarse en un rincón de la pajarera un tarro con drosophilas (ver el artículo en mi blog http://pinson-chardo.i-clic.net/). También pueden ponerse frambuesas o fresas machacadas bajo una rejilla para atraer a las moscas.
¿Qué hacer mientras con el macho? Como he dicho, hace ya algún tiempo que no dejo a los machos dentro del local de cría, pero es verdad que para eso hay que conocer bien la actitud de las hembras. Mi problema es el número de parejas. Si no se tiene más que una pareja, se puede probar a dejar el macho. Pero atención a los machos primerizos, que son demasiado fogosos. Aconsejaría mejor la compra de un macho de más edad. No pasa nada porque tenga tres, cuatro, cinco años, ya que puede fácilmente vivir ocho o nueve. Siempre hay alguna forma de obtener de un criador un macho del que se deba deshacer por riesgos de consanguineidad importante. Generalmente son más mansos y se les puede dejar con la hembra sin demasiado riesgo. No obstante habrá que preocuparse de poner un ramillete de tuya o de retama en un rincón de la pajarera para servir de escondite por si acaso. Si el macho está presente en el momento de la puesta, la hembra arraigará fácilmente en el nido al ser para ella un lugar de refugio desde el que no dudará en enseñar los dientes. En el supuesto de que la puesta termine, suele tenderse a retirar al macho puesto que ya no tiene que copular. Es éste un momento muy importante, porque la joven hembra podría abandonar la incubación. Interesa por eso dejarla que arraigue bien en el nido. Con esta expresión quiero decir que deben pasar unos días de incubación para que la hembra esté bien metida en su ciclo. Después de seis o siete días se puede arriesgar uno a sacar al macho, sobre las cinco o las seis de la tarde. A continuación hay que vigilar atentamente el comportamiento de la hembra. En general, capturar al macho en la pajarera hará que ella abandone el nido. Irá por tanto a comer las golosinas que uno habrá depositado previamente para ella, después volverá al nido. Enseguida empezará a notar que el macho ya no está en el criadero. Es importante tener suficiente libertad por la tarde para poder vigilar hasta el anochecer. Porque o bien abandonará el nido por un periodo sorprendentemente más largo de lo acostumbrado, ocupándose en buscar alimento por todas partes, o bien regresará al nido para incubar. El hecho de que haya sido liberada de la penetrante mirada de su compañero que la mantiene quieta en el nido puede provocar la interrupción de la incubación. Pero si la hembra pasa una hora seguida más sobre sus huevos sin el macho en la pajarera, todo va bien.
¿Por qué es importante sacar al macho después de la primera semana? Porque inevitablemente y sin que se sepa muy bien por qué el pinzón macho se volverá a poner a cantar a los ocho o nueve días del inicio de la incubación, lo que traerá consigo un nuevo periodo de excitación que puede provocar el desbarajuste en el limitado espacio de la pajarera de cría.
Aprovecho para contar aquí una anécdota vivida por mí mismo. Hace algunos años, una de mis hembras llevaba incubando una semanita y en consecuencia decidí echarle el macho a otra de mis hembras que se encontraba a cinco metros de la otra pajarera. La segunda hembra estaba bien “madura” y mi macho bruno portador de isabela que era mi semental en aquel momento, nada más meterlo en su nueva pajarera se puso a cantar como loco y siguieron siete u ocho cópulas seguidas, siempre acompañadas de canto en sordina. Este macho era más que ejemplar y podía quedarse sin problema con las hembras. Por eso yo me fui a atender otras ocupaciones. Una media hora después de haber anochecido, cuando pasaba una última vez por el pasillo, noté que la hembra isabela no había vuelto a su nido. Extrañado, me quedé allí para observarla y de repente me di cuenta por su comportamiento de que la señorita había resuelto decididamente interrumpir su incubación. Se me impuso la necesidad de volver a poner el macho en la pajarera para que ella volviera al nido. Pero al entrar el macho, todavía acalorado de su última aventura, lanzó un canto entrecortado y la hembra se puso directamente en posición de copular. Impedí el asunto entrando directamente en la pajarera. Después de reflexionar un poco, recogí al macho y lo puse lo más lejos posible del local de cría. Pero mi hembra no parecía querer volver a ponerse sobre sus huevos, y la luz comenzaba a declinar en mi local. Recurrí a un ciclo de iluminación artificial y atrapé a la hembra para mantenerla en su nido. Desgraciadamente para mí, estaba situado a una buena altura y me tuve que quedar con el brazo completamente estirado hasta que la penumbra fue total. Mi mujer me buscaba por el jardín y llamaba. Yo no respondía, esperaba pacientemente que pasaran los 25 minutos del ciclo. La hembra parecía calmarse y se removía menos debajo de mi mano. Cuando la luz se apagó por completo, salí lo más delicadamente posible de la pajarera y salí a recibir las felicitaciones conyugales. La noche fue corta, porque hacia las cuatro y media de la madrugada yo ya estaba en pie impaciente por observar cómo había acabado todo. La hembra estaba sobre su nido y parecía dedicada de nuevo a su trabajo. Esa tarde ya no me atreví a poner al macho otra vez en la otra pajarera. Utilicé otro macho pero finalmente el resultado de las dos pajareras fue concluyente: los pichones de la segunda hembra eran todos del primer padre... le había bastado una sola tarde porque la hembra estaba bien madura.
A propósito de bien maduro, mi mujer piensa que yo también lo estoy, pero para ir al manicomio...
Ya véis lo que la cría de pinzones puede hacer con vosotros... aunque bien pensado, creo que no sólo la cría de pinzones, sino la de los demás pájaros también.
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Iniciado por wotan
muy bueno
